disperso y bello.
Bello era el poema de Neruda colocado en la entrada de la ballenera.
Y el mar furioso, con cuerpo, con carácter.
Bello el cuarzo en los caminos y los cristales vomitados por las olas.
Loco el camino de acceso y la vía a la playa grande.
Locos los pelícanos y las gaviotas.
Necesario el silencio.
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